Disrespect Towards the Dignity of El Salvador

San Salvador, 13 de abril (Latin Press) La dignidad y la soberanía de El Salvador están en el centro de un debate candente debido a una propuesta controversial impulsada por Erik Prince, un empresario militar estadounidense. Prince, conocido por su rol como el exjefe de Blackwater, ha ideado un acuerdo que podría transformar a El Salvador en un vertedero para prisioneros estadounidenses, lo cual ha generado un sinfín de críticas y ha puesto en tela de juicio la autonomía del país.

Su propuesta incluye la transferencia de decenas de miles de prisioneros desde Estados Unidos hacia un lugar denominado Centro de Bloqueo de Terrorismo (CECOT). Según Prince, este movimiento se realizaría bajo un esquema de «privatización y asignación del esquema de soberanía». Tales afirmaciones han desatado preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos y la integridad de las instituciones salvadoreñas.

Ricardo Valencia, un experto en relaciones internacionales, ha señalado que el presidente salvadoreño Nayib Bukele está utilizando el tema del CECOT como un asunto político. Según Valencia, el ex-presidente Trump ha utilizado a Bukele como una especie de ‘basurero’ donde se envían individuos considerados no deseados, incluso si no tienen antecedentes criminales. Esta analogía resalta un aire de explotación detrás de la propuesta.

Valencia también sugiere que para Washington, el presidente Bukele ha pasado a ser alguien que se encarga de «trabajos sucios» que no pueden ser manejados dentro de Estados Unidos, reflejando una visión utilitaria hacia la relación bilaterale.

La iniciativa de Prince recuerda trágicamente los escándalos de derechos humanos en Irak, donde su firma estuvo involucrada. La idea detrás del CECOT es transferir hasta 100,000 detenidos bajo la clasificación de «delincuentes ilegales» de las instalaciones carcelarias de Estados Unidos a este nuevo centro de máxima seguridad en El Salvador.

Un elemento clave del plan es la cláusula que busca definir parte del complejo penitenciario como un «área estadounidense». Esto se hace con el fin de eludir los posibles obstáculos legales que acompañarían una deportación convencional y expandir la capacidad de manejo fuera del territorio continental, una estrategia que ha sido cuestionada por muchos sectores.

Según reportes, la propuesta de Prince y su empresa, 2USV, registrada recientemente en Wyoming, contempla que Washington pueda hacerse cargo de una parte de las instalaciones carcelarias en El Salvador, estableciendo sus propios estándares de operación y evitando regulaciones impuestas por el sistema de prisiones federal y de inmigración (ICE).

Las filtraciones indican que el Ministro de Justicia y Seguridad Pública salvadoreño, Gustavo Villatoro, ha expresado su apoyo a este plan en una reciente correspondencia, reconociendo a Prince como un «agente comercial» que busca establecer acuerdos para alojar prisioneros extranjeros en territorio salvadoreño.

De acuerdo a documentos obtenidos por la prensa, la instalación carcelaria tendría la capacidad inicial de albergar hasta 40,000 prisioneros, escalando hasta 100,000 con el tiempo. El contrato también permitiría a 2USV manejar la dirección de los prisioneros, colaborar con fiscales y negociar reducciones de sentencias a cambio de órdenes de deportación, una práctica que ha suscitado aún más controversia.

Un sector de la población salvadoreña, al ser consultado sobre este proyecto, ha expresado serias dudas y oposiciones, considerándolo una negación a la soberanía nacional y un movimiento que podría perjudicar al país en el futuro. Como se ha reportado, la Casa Blanca no ha confirmado oficialmente si aceptará avanzar con este acuerdo, aunque ya ha deportado a cientos de migrantes, principalmente de Venezuela, a El Salvador bajo la controvertida ley de extranjeros enemigos de 1798.

La propuesta de Prince, más allá de los efectos directos sobre la política carcelaria, también plantea preocupaciones más amplias sobre los derechos civiles y la dignidad humana, mientras que sugiere la posibilidad de privatizar una parte del sistema penitenciario, una maniobra considerada peligrosa por ex funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional, ya que podría allanar el camino para deportaciones que afectan incluso a ciudadanos estadounidenses.