MADRID, 28 de abril. (Europe Press) – El reciente aumento de las tensiones entre India y Pakistán ha llevado al gobierno chino a emitir una declaración instando a ambos países a «practicar la contención». Este llamado se produjo en respuesta a una serie de eventos alarmantes, culminando en un ataque contra turistas en el área india de Cachemira. La situación se ha visto agravada por intercambios de disparos observados a lo largo de la frontera en días recientes, lo que ha elevado las preocupaciones sobre un posible conflicto armado.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Guo Jiakun, comunicó que «como vecino común de India y Pakistán, China espera que ambos practiquen el diálogo y aborden sus diferencias de manera adecuada, contribuyendo así a mantener la paz y la estabilidad en la región». Este tono conciliador refleja la posición de China, que busca evitar una escalada de violencia que podría desestabilizar aún más la región, especialmente con el trasfondo de tensiones acumuladas en las últimas décadas.
En su declaración, Guo también destacó que Beijing «recibe con agrado cualquier medida que pueda enfriar la situación». Este enfoque proactivo se explica por la preocupación de China sobre el impacto a largo plazo que la inestabilidad podría tener en sus propios intereses estratégicos en la región, así como en su relación con ambos países. El ataque en Pahalgam, un destino turístico muy frecuentado en la Cachemira india, ha golpeado fuertemente la percepción de seguridad, y ha dejado un saldo de 26 muertos, una cifra desgarradora que pone de manifiesto la gravedad de la situación.
Los autores del ataque han sido identificados como militantes del grupo Frente de Resistencia, un colectivo que se formó en 2019 y que está relacionado con la organización radical islámica Lashkar-e-Taiba. Esto ha provocado una crisis diplomática considerable entre India y Pakistán, donde las acusaciones y advertencias han sido el orden del día. La India ha acusado a Pakistán de respaldar a varios grupos armados en Cachemira, un conflicto que ha persistido desde 1947. Estas tensiones históricas han llevado a ambos países a enfrentarse en tres guerras desde su independencia del dominio británico.
La confrontación en 1999 se recuerda particularmente por haber sido un enfrentamiento breve pero intenso, seguido desde 2003 por un frágil alto el fuego, aunque los brotes de violencia no han cesado. La situación actual es, por tanto, tanto un desafío como una oportunidad para que ambas naciones reconsideren sus enfoques y busquen vías de diálogo hacia una resolución pacífica de sus diferencias en un contexto que sigue siendo muy volátil y riesgoso para la estabilidad de la región.
