Era el rito del «último adiós y despedida» en el funeral del Papa Francisco.

Roma, Abr (ACI Press) .- En una ceremonia profundamente emotiva, antes de concluir la misa, se llevó a cabo una última campaña de alabanza y despedida conocida como la última comodidad et valedicho. Este ritual tiene el propósito de dar la bienvenida al alma del Papa Francisco a la paz eterna y cuenta con un ruego especial a Dios el Padre y al Santo Espíritu para que lo reciban en su reino celestial.

Posteriormente, se escuchó la letanía de los santos, una tradición importante en los funerales cristianos, donde se presenta una serie de invocaciones seguidas de oraciones. Entre los oradores se encontraban el Pastor General de la Diócesis de Roma, el cardenal Baldassare Reina, y el Archaire de Antioquía de las Melquitas griegas, Su Beatitud Youssef Absi. Junto a ellos, dignatarios de diversas iglesias metropolitanas y católicas unieron sus voces en este emotivo tributo.

https://www.youtube.com/watch?v=vgyeonlpko8

Una de las oraciones más conmovedoras fue la que ofreció Mons. Baldassare, quien expresó: «Oh, Dios que das a los trabajadores del evangelio un cálido recibimiento en tu reino, te pedimos por su siervo y nuestro obispo, el Papa Francisco, quien fue elegido como sucesor de Pedro y Pastor de tu iglesia. Que encuentre alegría en el misterio eterno de tu gracia, así como en la comunidad que él guió aquí en la tierra».

Se llevó a cabo también una oficina de fallecimiento siguiendo el rito bizantino, la cual se cantó en griego y que incluyó una súplica muy significativa: «Pedimos nuevamente por el descanso del alma de tu fallecido siervo de Dios, Francisco, obispo, para que se le perdonen todos sus pecados y errores». Este elemento resalta la necesidad de perdón en la tradición cristiana y la esperanza de redención, que es central en la fe.

El Patriarca de Antioquía, al acercarse al ataúd que contenía el cuerpo del Papa Francisco, se unió a esta oración colectiva: «Perdona todos sus errores de palabra, de obra o de pensamiento; Tú eres un Dios bondadoso, un amigo de la humanidad. Nadie entre los vivos está exento de pecado, excepto Tú, que eres justo y cuya palabra es verdad». Estas palabras resuenan con la idea de la imperfección humana y la necesidad de encontrar gracia divina.

Finalmente, el cardenal utilizó agua bendita para asperjar el cuerpo del Papa Francisco, llevando a cabo un rito de reverencia y respeto, mientras que el incienso que se quemaba generaba un ambiente sagrado, lleno de espiritualidad. La ceremonia concluyó con una melodiosa reacción que precedió a la oración final, un momento que unió a todos los presentes en un sentimiento de comunidad y despedida. La trascendencia del evento se sintió profundamente entre los asistentes, quienes compartieron no solo su tristeza, sino también su gratitud por la vida y el legado del Papa Francisco.