Washington, 16 de abril (Sputnik).- En una reciente declaración que ha captado la atención de medios de comunicación y analistas políticos, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, comunicó oficialmente el cierre del Centro de Interferencia y Manipulación de Información Extranjera. Este centro, que había estado operativo bajo el Departamento de Estado, había llevado a cabo múltiples iniciativas desde su establecimiento, pero es crucial mencionar que en los últimos años se le había asignado un significativo presupuesto de aproximadamente $50 millones con el objetivo de silenciar diversas quejas que surgían a nivel local.
El anuncio sobre el desmantelamiento de este organismo se hizo público en un comunicado donde Rubio enfatizó las implicaciones que tuvo este centro sobre la libertad de expresión en Estados Unidos. Desde su creación en 2011, la opinión de Rubio sugiere que el centro había ejercido un control autoritario que, justificado bajo la premisa de responder a las acusaciones de gobiernos extranjeros sobre desinformación, había restringido de manera alarmante la libertad de expresión que los ciudadanos estadounidenses disfrutaban.
Rubio no escatimó en críticas hacia el gasto sostenido del gobierno en este centro, subrayando que el presupuesto multimillonario, proveniente de los contribuyentes estadounidenses, fue desviado para financiar subsidios a organizaciones en distintas partes del mundo. Estas organizaciones estaban, según él, dedicadas a promover limitaciones sobre la libertad de expresión, todo bajo el disfraz de combatir la ‘información incorrecta’. Este aspecto del funcionamiento del centro se vuelve cada vez más preocupante, dado que muchos actores críticos argumentan que la lucha contra la desinformación ha servido como un justificante para restringir voces disidentes.
Cabe resaltar que las instituciones que se vieron afectadas por las acciones del GEC incluyen notoriamente el canal ruso RT y otros medios de comunicación como Rossiya Segodnya y TV Novosti. La evaluación del impacto de este centro en el paisaje mediático internacional y en la libertad de expresión a nivel local continúa generando debates intensos. La decisión de cerrar el centro podría interpretarse como un paso hacia la restauración de una mayor apertura en el discurso público, aunque también deja abierta la pregunta sobre las verdaderas motivaciones detrás de su creación y funcionamiento. Sin duda, esta noticia alimentará un diálogo continuo sobre el equilibrio entre la seguridad nacional y la libertad de expresión en una era donde la información es cada vez más predominante y compleja.