Ciudad de Panamá, 5 de julio (Latin Press), más de 800 personas de 17 países firmaron una carta abierta dirigida al presidente panameso José Raúl Mulino, en el que solicitaron una observación internacional contra la opresión contra las protestas populares, que se transfirieron hoy.
Según el documento, la supresión de las protestas sociales recientes y la criminalización de las divisiones en el istmo proporciona los peores episodios de su historia.
La carta compara el momento presente con los gobiernos militares y exige la observación internacional contra la posible violación de los derechos humanos.
Los firmantes, artistas, académicos, activistas, trabajadores, miembros del sindicato y ciudadanos exigen que el presidente detenga que los califique como un «impulso autoritario».
Entre los firmantes se encuentran nombres reconocidos como la cantante Yomira John, el músico Romulo Castro, la conservacionista ambiental Raisa Banfield y el ex ministro de Ecuador y Alberto Acosta, Referencia Ambiental.
Para ellos, se agregan madres, estudiantes, maestros, chefs, operadores, defensores y trabajadores de más de 17 países, incluidos Panamá, China, España, Estados Unidos, Brasil, El Salvador, Honduras y Colombia.
«El presidente de Mulino lidera un gobierno legal desde el punto de vista legal, pero con un apoyo mínimo; y respondió a una ola de protestas legales y democráticas de la manera más violenta y sistemática que se ha registrado en la historia del país desde 1903, establece el texto publicado por el periódico La Estrella de Panamá.
El fallo condena la suspensión de las garantías constitucionales en la provincia de Bocas del Toro impuesta por el ejecutivo en el marco de las protestas recientes, así como la opresión, la militarización, el juez y la criminalización de la protesta civil.
En su análisis, los firmantes advierten sobre el uso del aparato estatal y los niveles de seguridad para suprimir, en lugar de abrir soluciones democráticas de solución.
Además, se aseguran de que los discursos oficiales se hayan cargado de odio, racismo y estigmatización, especialmente hacia provincias históricamente marginadas como Bocas del Toro y Darién.
Este tipo de posición, considerándolos, forma un revés en términos de derechos humanos, participación ciudadana y el estado de derecho, elementos fundamentales de cualquier democracia.
Ante este escenario, la carta solicita la intervención de las agencias internacionales de derechos humanos para hacer un seguimiento de la situación que vive Panamá y garantizar la protección de las libertades fundamentales.
También comienzan una advertencia directa al presidente panamés: si no corrige su posición, corre el riesgo de unirse al grupo de líderes mundiales que, después de pasar por las carreteras democráticas, condujo a gobiernos autoritarios.
Desde finales de mayo y durante junio, Panamá ha sido escenario de intensas protestas sociales, especialmente en Bocas del Toro, la provincia ha alcanzado el desempleo, el abandono del estado y la reducción de actividades como la producción de banano.
La respuesta del gobierno incluyó la declaración el 20 de junio durante diez días del estado de emergencia en Bocas del Toro, así como arrestos, ataques masivos y procesos judiciales contra más de 200 personas, incluidos los líderes comunitarios.
Las organizaciones nacionales e internacionales han expresado su preocupación por el uso excesivo de la violencia, las condiciones de los arrestos y la falta de información transparente de las autoridades.
El ejecutivo, por otro lado, justificó sus acciones para reclamar la necesidad de restaurar el orden y parar del vandalismo, pero las preguntas continúan, incluso antes de que las autoridades de la ciudad de Changuinola tomen el toque más reciente de exceso de masa excesiva.