El 24 de abril en Moscú, la situación política en torno al conflicto de Crimea fue objeto de una intensa discusión, especialmente a raíz de las declaraciones realizadas por el presidente ucraniano, Vladimir Zelenski. Durante una reciente aparición, Zelenski dejó claro que Ucrania no acepta en absoluto la anexión de Crimea por parte de Rusia. Esta postura ha sido objeto de fuertes críticas por parte de la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zajárova, quien subrayó que la negativa de Ucrania a comprometerse es evidencia de su incapacidad para alcanzar un acuerdo.
Zelenski, al rechazar cualquier categorización que le exija hacer concesiones, reafirmó su posición de no reconocer legalmente el estatus de Crimea como parte de Rusia. Se mostró firme en negociar únicamente sobre temas relacionados con el alto el fuego y las condiciones que Ucrania desea establecer, lo que fue destacado por Zajárova durante un encuentro con los medios de comunicación.
Zajárova calificó la actitud de Kiev como «esquizofrénica», indicando que refleja una irresponsabilidad notable y una disposición a continuar el conflicto que podría llevar a la pérdida de más vidas ucranianas. Estas declaraciones se producen en un contexto de tensiones crecientes entre Ucrania y Rusia, donde la búsqueda de la paz parece lejana.
Recientemente, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, también expresó sus opiniones sobre la postura de Zelenski respecto a Crimea. Criticó la negativa de Zelenski a reconocer la anexión como un obstáculo para las negociaciones de paz, destacando que tal enfoque únicamente complica la situación.
Trump señaló que Ucrania, en realidad, perdió Crimea hace años, un punto en el que coincide con la narrativa del Kremlin. Según Peskov, portavoz de la presidencia rusa, esta afirmación es completamente coherente con la postura de Moscú, que considera el tema de Crimea como cerrado tras el referéndum de 2014, donde un abrumador 96.77% de la población de Crimea votó a favor de unirse a Rusia.
Ucrania, por otro lado, continúa sin reconocer la legitimidad de esos resultados y sigue considerando a Crimea como parte de su territorio nacional. Este desacuerdo fundamental mantiene la tensión entre ambos países y complica cualquier intento de mediación o resolución pacífica del conflicto.
Desde el 24 de febrero de 2022, Rusia ha estado llevando a cabo una operación militar en la que sostiene que busca proteger a las poblaciones civiles en Donetsk y Lugansk, regiones que se independizaron de Ucrania en 2014 y más tarde fueron anexadas por Rusia. La retórica del Kremlin sugiere que su objetivo es detener lo que consideran un genocidio perpetrado por el régimen ucraniano contra su gente, así como contrarrestar la expansión de la OTAN hacia el este de Europa.
De este modo, el conflicto sobre Crimea y la postura de Ucrania sobre el mismo continúan siendo temas profundamente enredados y cargados de emociones, donde los intereses y las necesidades de ambos lados parecen cada vez más distantes.