Ucrania lanza un ataque con más de cien drones en la provincia rusa de Koursk.

Los drones ucranianos atacan varios edificios residenciales en Koursk. Sputnik

En un informe que ha captado la atención tanto de los medios como de la comunidad internacional, la provincia rusa de Koursk ha sido escenario de una notable actividad militar en las últimas horas. Durante la noche, se registró una intensa ofensiva de drones lanzados desde Ucrania, lo que ha llevado al Ministerio de Defensa de Rusia a ofrecer un desglose de los eventos. Según la entidad, se lograron interceptar y destruir un total de 115 vehículos aéreos no tripulados, la mayoría de los cuales (109) fueron abatidos en la provincia de Koursk. Además, se reportó la neutralización de tres drones en Vorólhe, un avión en Moscú, otro en la región de Briansk y uno más en Oriol.

Las autoridades locales han informado que este ataque ha dejado tanto víctimas fatales como heridos. Se ha confirmado la muerte de al menos una persona y, además, se reportaron nueve heridas a causa de los daños ocasionados en varias propiedades en la región. Particularmente preocupante es el daño registrado en un garaje de emergencias de un hospital, donde se reportó que un total de once ambulancias quedaron con daños severos, lo que podría alterar la atención médica en la zona.

Desde el 24 de febrero de 2022, Rusia ha mantenido una «operación militar especial» en Ucrania, cuyo objetivo, según el presidente Vladimir Putin, es proteger a la población de lo que él denomina el «genocidio del régimen de Kiev». Esta narración se añade al contexto más amplio de los temores de seguridad de Rusia sobre la expansión de la OTAN hacia el este, un argumento que ha sido empleado para justificar sus acciones militares.

Las provincias rusas vecinas a Ucrania, que incluyen Belgorod, Briansk, Kursk y Vorónezh, son consideradas zonas sensibles que frecuentemente experimentan ataques con proyectiles, así como incursiones con drones y otras formas de agresión desde su vecino del oeste. Estos constantes ataques han forzado a muchos residentes a abandonar sus hogares y buscar refugio en otras áreas, lo que apunta a una creciente crisis humanitaria en la región. A medida que la situación continúa desarrollándose, el impacto en la vida cotidiana de estas comunidades es cada vez más pronunciado. Los ataques no solo causan daños materiales, sino que también siembran un clima de miedo e incertidumbre entre los ciudadanos, haciendo extremadamente difícil mantener una vida normal en medio del conflicto. La preocupación por la seguridad y la estabilidad en esta parte de Europa es más apremiante que nunca.